Bobo no llegó simplemente a mi vida; fue un regalo cuidadosamente elegido por mi hermana, una muestra de perseverancia y amor. Ella conocía mi debilidad por los perros, y decidió sorprenderme con un pequeño beagle, la raza que más le gustaba a ella y que, para mi sorpresa, se convirtió en la compañía más entrañable que jamás hubiera imaginado.
La llegada de Bobo no solo trajo alegría a mi vida, sino que también dejó una marca indeleble en mi expresión artística. Antes de él, mi mundo artístico estaba inmerso en tonos de blanco y negro, mis obras, creadas con lápices de grafito y carboncillo, reflejaban una paleta de sombras y luces, sin embargo, Bobo cambió eso.
Su personalidad bulliciosa, su amor incondicional y su naturaleza exploradora despertaron en mí una nueva forma de ver el mundo, fue entonces cuando decidí aventurarme en la paleta de colores, inspirada por su energía vibrante, comencé a utilizar lápices de colores para retratar su encanto único, aquello fue más que un simple cambio de herramientas; fue un cambio de perspectiva, una invitación a ver la vida a través de los ojos curiosos de un beagle, llamado Bobo.
Bobo se convirtió en mi musa, mi modelo de cuatro patas que desafiaba las convenciones artísticas y me animaba a explorar nuevos horizontes creativos, mis primeros dibujos en color capturaban su esencia juguetona, pero también revelaban la conexión profunda que compartíamos, cada trazo era un tributo a su personalidad única y a la lección de vida que me enseñó: que la creatividad florece cuando se abraza la diversidad y se abandona la zona de confort.
Su energía inagotable se manifestaba especialmente en la calle, Bobo, el terremoto travieso, no podía contener su entusiasmo al aire libre, cada paseo era una aventura, una oportunidad para explorar el mundo que nos rodeaba con sus ojos curiosos y su nariz siempre activa, era un Beagle en todo su esplendor: un compañero incansable que me desafiaba a aprender mientras caminábamos juntos por nuevos senderos.
A través de los días compartidos con Bobo, aprendí no solo a ver el mundo de manera más vibrante, sino también a incorporar esa vitalidad en mi arte, mis lápices de color se convirtieron en la extensión de sus travesuras, y cada obra se volvió una celebración de su espíritu único.
Bobo, con su nerviosismo contagioso y su corazón bondadoso, dejó una huella profunda en mi vida, mi corazón y mi arte, aunque su ausencia dejó un vacío, su legado sigue vivo en cada creación.
Hoy, mientras sigo explorando nuevas técnicas y perfeccionando mi arte, sé que la lección más valiosa que aprendí de mi pequeño maestro peludo es que el aprendizaje y la inspiración son un viaje interminable.
Bobo, con cada travesura y cada paseo compartido, me guió hacia una forma más colorida y rica de expresar mi amor por los perros y la conexión única que compartimos con ellos. Aunque ya no corre a mi lado físicamente, su espíritu sigue inspirando cada trazo y cada creación.
Bobo, el Beagle que cambió mi mundo, vive en cada rincón de art13jenn. 🎨🐾
Bobo es y será siempre mi luz, doy gracias todos los días por haber podido vivir una vida con él, doy gracias porque realmente gracias a mi pequeño soy mejor persona, el me cambio la vida, día a día me fue robando el corazón, son sentimientos que solo el que tiene animales puede entender.